Este es una pregunta que muchos de nosotros no nos hemos hecho a profundidad; como veletas ante el viento nos hemos dejado llevar ante cualquier comentario lógico o absurdo que emita el hoy presidente en funciones.
El tipo de cambio ha sido el principal damnificado de este miedo irracional del que nos hemos apropiado, y nos ponemos a comparar este evento con los ya casi olvidados trágicos finales de sexenio. Los ecuestadores perdieron toda credibilidad; perdieron los demócratas en manos de la familia Clinton y de manera muy importante, en ese país se perdió el respeto a las mujeres…
Pero México no.
La realidad es otra.
Independientemente de que los indicadores económicos en nuestro país son sensiblemente diferentes a las condiciones que suscitaron esas profundas crisis, la posición de México es distinta:
Contamos con una infraestructura manufacturera sólida y con amplio espacio para crecer, nuestros estándares de productividad en aumento, los costos: ahora mucho más bajos.
Adicionalmente nuestro vecino del norte esta en pleno empleo, los que no tienen trabajo allá, no quieren trabajar. ¿Quien va a llenar los espacios de las nuevas plantas industriales, quien ocupará los nuevos puestos de trabajo ante un potencial crecimiento de su economía?. Potencialmente los mexicanos.
Lo que esta haciendo el “faux républicain” es hacer lo que ha hecho muy bien a lo largo de su historia como “businessman”: amenazar hasta amedrentar al contrario y, con el pie en el cuello del rival, sentar las bases de SU negociación.
La estrategia es clara e integra dos paradigmas de guerra clásicos: el más antiguo de Sun Tzu (siglo V a.C.): amedrentar al enemigo por medios psicológicos y uno no más reciente, de Karl von Clausewitz (siglo 18 d.C.) preferir el choque frontal, las batallas decisivas, los resultados en tiempos reducidos y marcar una clara separación entre el “amigo” y el “enemigo”.
Depende de nosotros dejarnos llevar por el inconsciente colectivo emocional. Busquemos no una destrucción emocional basada en ideas y sentimientos negativos, sino mas bien en construir argumentos, razones y motivaciones para seguir actuando en beneficio de nosotros mismos y de nuestro país.
Cambiemos de actitud, a México y a sus mexicanos nos va a ir muy bien. Pongámonos a trabajar, definamos nuestra posición con hechos informados y no con fuegos artificiales y acordémonos de lo que dijo Stanislaw Jerzy Lec: Cuando no sopla el viento, incluso la veleta tiene carácter.
Pablo S. Escalante Tattersfield es Doctor en Gestión Estratégica y políticas del desarrollo de la Universidad Anáhuac y Licenciado en Administración del ITAM, y es consultor de gestión estratégica, técnica y financiera de distintas instituciones financieras. pablo.escalante.t@gmail.com